Ser “testigo de la obediencia” es “una gracia del Espíritu Santo” y debemos pedirla, “es una gracia que hay que pedir: ‘Padre. Señor Jesús, envíame vuestro Espíritu para que yo sea testigo de la obediencia”, es decir, un cristiano”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- “La vida de un cristiano no es un estatus social, no es un modo de vivir una espiritualidad que me hace bueno, que me hace un poco mejor”. Esto no basta. La vida de un cristiano es el testimonio de obediencia a Dios, y es el Espíritu Santo que nos hace tales. Lo dijo el Papa Francisco en la homilía de la misa celebrada esta mañana en la casa Santa Marta partiendo de la frase de Pedro: “Es necesario obedecer a Dios en lugar de a los hombres”.

Es la respuesta de Pedro llevado junto a los apóstoles delante de Sanedrín después de haber sido liberados de la cárcel por un ángel. Se les había prohibido enseñar en el nombre de Jesús, de hecho se lo había recordado el sumo sacerdote, porque habían llenado Jerusalén con sus enseñanzas. En la homilía, Francisco se refirió también a lo que fue narrado antes en los Hechos de los Apóstoles, en los primeros meses de la Iglesia cuando la comunidad crecía y se verificaban muchos milagros. Estaba la fe del pueblo pero también la de los “astutos”, los definió el Papa, “que querían hacer carrera”, como Ananías y Safira. Lo mismo sucede hoy, reveló Francisco. Y así, había quien despreciaba a "este pueblo creyente" por considerarlo ignorante, dado que llevaba en peregrinación a los enfermos hasta los apóstoles: “El desprecio al pueblo fiel de Dios que jamás se equivoca”. Entonces Pedro, que por miedo había traicionado a Jesús el Jueves Santo, esta vez valiente, responde que “se necesita obedecer a Dios en lugar de a los hombres”. Esta respuesta hace comprender que “el cristiano es testigo de una obediencia”, como Jesús, que se anonadó y en el Huerto de los olivos le dijo al Padre: “se cumpla tu voluntad, no la mía”.

“El cristiano es un testigo de obediencia y si nosotros no estamos en este camino de crecer en el testimonio de la obediencia no somos cristianos. Al menos, marchar en este camino: testigos de obediencia. Como Jesús. No es testigo de una idea, de una filosofía, de una empresa, de un banco, de un poder: es testigo de obediencia. Como Jesús”.

 Pero ser “testigo de obediencia” es “una gracia del Espíritu Santo”. “Sólo el Espíritu puede hacernos testigos de una obediencia. ‘No, yo voy a lo de aquel maestro espiritual, yo leo este libro…’. Todo bien, pero es sólo el Espíritu quien puede cambiarnos el corazón y puede hacernos testigos de obediencia. Es una obra del Espíritu y debemos pedirlo, es una gracia que hay que pedir. ‘Padre, Señor Jesús, envíame vuestro Espíritu para que yo me convierta en testigo de obediencia’ es decir, en un cristiano”.

Ser testigo de obediencia comporta también consecuencias como narra la Primera Lectura: después de la respuesta de Pedro, dado que querían llevarlo a la muerte. “Las consecuencias del testimonio de obediencia son las persecuciones. Cuando Jesús hace el elenco de las Bienaventuranzas termina: ‘Bienaventurados cuando seais perseguidos, insultados’ La cruz no puede ser quitada de la vida de un cristiano. La vida de un cristiano no es un estatus social, no es un modo de vivir, una espiritualidad que lo hace a uno bueno, que me hace un poco mejor. Esto no basta. La vida de un cristiano es el testimonio de obediencia y la vida de un cristiano está llena de calumnias, rumores, persecuciones”.

Para ser testigos de obediencia como Jesús, concluyó el Papa, es necesario rezar, reconocerse pecadores, con tantas “mundanidades” en el corazón y pedir a Dios “la gracia de ser un testigo de obediencia” y de no tener miedo cuando lleguen las persecuciones, “las calumnias”, porque el Señor dijo que cuando seamos llevados ante el juez; “será el Espíritu quien nos dirá qué responder”.

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